lunes, 9 de marzo de 2009

Cómo mentir sin ser descubierta

Estoy convencida de que finalmente no podré engañar a nadie. De hecho, no quiero. Sólo necesitaba un lugar donde sentirme lo suficientemente yo como para no asustar a nadie. Ser libre, exageradamente libre: terriblemente yo.

Ahora que te ha dado por ignorarme, me entran más ganas de verte. El hecho de que hayas hecho despertar en mí ese animal sólo con tus palabras, me da miedo. Es excesivo. Casi intolerable para las vibraciones que produces en mi entrepierna con sólo un toque de tus palabras manuscritas.

¿Qué buscabas con ello? ¿Qué querías de mí? ¿Por qué ahora ya no?

Volverás loca a esta Lolita que hace tiempo dejó de pensar en HH y que sólo era capaz de pensar por y para ti. Porque siempre que se enamora, se obsesiona. Sí. Me obsesiono. Siempre. Quizás es lo poco que queda de mi pasado inocente y púdico: mi obsesión. Esa capacidad innata de no querer despejar mi mente de ti. De no querer, ni tan siquiera, verte a través de una venda. No. Te quiero al cien por cien. Te quiero pensar, te quiero hablar, te quiero ver, te quiero tener. Y tú ahora, me ignoras.

Qué poco poder. Oh sí. Con qué poco poder contaba esta Lolita que ahora escribe, que por un momento llegó a pensar que besar el cielo contigo no era tan utópico.

Cuando mordías mis dedos mientras hablábamos del halo de extrañeza que te rodea, me sentí intensa. Feliz. Con un desconocido que yacía en una cama húmeda y solitaria.

Quizás lo que eche de menos sea tu cueva. Ese lugar donde pase lo que pase, el mar y la lluvia y la rabia y el sexo siempre están presentes. Donde Lolita despliega sus alas, comienza a volar, arquea la espalda en ángulos imposibles y se dejar querer y lamer por su Humbert.

No eres tan mayor. O quizás yo, no sea ya tan pequeña.

Algún día volveré a verte. Me sonrojaré pensando en esas palabras tan elegantes, tan profundas e intensas... te miraré a los ojos tratando de buscar algún gesto familiar. Como no lo conseguiré, me iré con mis mejillas encendidas a buscar otra copa, en algún otro bar, lejos de aquel en el que te vigilaba y lejos también de aquel en el que te conocí. Lejos, en fin, de mi pasado más reciente.

Trataré de escapar en vano de ése que algún día fue un mentor mentiroso. Una deliciosa mentira. Una estafa momentánea que dio el alto a una nueva yo. Peligrosa deslenguada que practica incesantemente para no decepcionarte si es que algún día encuentras esa venda con la que tapar mis ojos; para que estos no puedan ver todo aquello que quieres hacer. Todo aquello que quieres experimentar. Conmigo. Tu Lolita. Tu Lulú.

1 comentario: