jueves, 19 de agosto de 2010

Orificios

Es difícil tratar de respirarte. Imposible encontrar el lugar exacto por el que poder obtener un poco de tu oxígeno. No me dejas, me lo impides. Tu mano, rígida, decidida... me lo impide.

La asfixia es decadente. Es final. Es muerte. Y lo atractivo encuentra el punto de inflexión entre la inconsciencia y el placer. Realmente, yo nunca supe poner límites, ni marcarlos ni seguirlos ni asumir sus consecuencias. No sé en qué punto se pierde el placer y se propaga la inconsciencia.

Ahora mismo no soy yo. Busco la manera de serlo y me pierdo en un sinfín de teorías que sólo me llevan a alejarme de quien me quiere cuidar. Parece ser que la soledad busca adeptos y ve en mí su mejor aliada. No puedo seguir así. Y mi botella de whisky barato me impide seguir articulando palabras biensonantes. Sólamente me deja trazar la siguiente: pérdida.

Me perdí de ti, para bien de mi mente. Me perdí de mí, para odisea de mi cuerpo y tormenta de mis neuronas. No quiero ir más allá ni quedarme en lo demasiado terrenal. Y es que lo que le falta a esta Lolita es un poco de tiempo y un demasiado de ganas. No quiero, no quiero. Joder, no puedo. No soy así e intentarlo solo frustra mis ganas de seguir paseando por calles infectas de decrepitud y olor a local cerrado y de suelo manchado de copas de licores infernales. Necesito grados de calor y aromas en pequeños frascos. Necesito esencias de mi pasado. Quiero volver a recordar cómo huelo, cómo camino y cómo soy sin ti. Vete Humbert. Desaparece ya de mi mente.

Quiero tapar cualquier recoveco de mi cuerpo por el que un mínimo de mi yo se pueda exhalar. Necesito infectarme de mí. Necesito recuperarme de cualquiera que me haya tocado. De cualquiera que me haya envenenado.

Joder. Me siento tan extrema en mis necesidades de mí. En mi obligación de soledad. ¿Por qué siempre me hago esto cuando más me requieren? ¿Por qué la inoportunidad se ha convertido en la regla que rige los segundos que este maldito reloj se empeña en marcar con sangre de nínfula?

He vuelto. Y no pretendo abandonarme. Necesito hablaros de aquello que no conozco pero sí siento.