sábado, 11 de agosto de 2012

Destripada

Resumir esta larga ausencia sería un ejercicio de memoria que tiraría por la borda largos períodos de terapia de olvido. Nada malo ha pasado. Nada bueno ha pasado. Todo ha seguido igual, con las irregularidades de quien se aburre y busca en noches dispares un momento inútil, fuera de la rutina de quien vive por y para respirar. Y nada más.

Aquí dentro solo noto aire. Grandes bocanadas que aspiro con desgana. Fuertes suspiros que exhalo con ansiedad. Me he convertido en alguien capaz de vivir sin entrañas, sin un sistema de supervivencia emocional que me mantenga en el círculo de los 'con vida'. Vago más que nunca, sin directrices, ni anhelos, sin un ápice de emoción. Me he convertido en lo que quería: no sufro.

Y estoy vacía, destripada.

Rechazar la maquinaria maldita de la oscuridad, centrarme en vivir el día como un Humano cualquiera en busca de sustento ha provocado en mí un estado de coma, una anestesia animal en un pequeño cuerpo frágil que no admite alimento ni un hálito de felicidad. He negado, olvidado, escupido, estrangulado aquello que tanto dolía. Para convertirme en nada.

A veces pienso en la azotea, en las escaleras, paredes desconchadas, en la sensación continua de insegurar, en caminar sobre la cuerda floja y vivir un vértigo que parecía eterno en la boca del estómago. Era reconfortante sentirse malvada. Era satisfactorio sentirse mal. Era sano vivir sufriendo. Pero todo lo pasado era el infierno. Supongo que me he convertido en otro ser anulado por las circunstancias. Parece que me desvanezco por momentos, durmiendo más horas al día, permaneciendo consciente lo mínimo e imprescindible. Para evitar pensar. Para negarme todavía más a decir en voz alta que soy un depredador falto de colmillos. Y que la fuerza la he dejado en el camino. Y que no tengo energía. Toda te la quedaste tú. Y toda se la quedó el olvido.