sábado, 8 de agosto de 2009

Vesania

Te has cansado de nosotras. De recibir todas las noches los mismos mensajes. Sobre todo cuando como ayer, te advertíamos de la llegada de la luna llena; todas esperábamos ansiosas en ser las primeras en verla y en describírtela. Todas queríamos nuestro premio. Todas dábamos zarpazos para que con nuestras palabras ella fuera más bella y más plena que nunca.

Cuando acabó el baile porque la luz de las ventanas eclipsó la ebria nocturnidad, en sueños me advertiste que estabas cansado. Que ya no te importaba, que nos coleccionabas a nosotras y a nuestras inválidas llamadas de atención. También salías corriendo y buscabas un lugar donde esconderte. Yo trataba de seguirte sin semejar desesperada. Sólo quería hablarte para pedirte, doblando mis rodillas, que me dejaras ser testigo de tu transformación.

Pero aunque sueño que es posible pasar una noche casi entera contigo, luego me reprocho mi estupidez. Y en esta locura onírica tú me avisas, apartando mi mano de tu hombro, que nunca el cielo estuvo tan cerrado, el astro tan tapado y tu cuerpo nunca fue tan humano.

No eres intocable. Pero sí inalcanzable. Y mis constantes esfuerzos por mantener los pies en la tierra y la cabeza fría, se dan contra el bordillo de la acerca cada vez que la piso para meter la llave en la puerta y volver, solitaria, entre mis sábanas viejas. Allí, cuando yo te imagino, no están ellas. Estoy yo. Llegas tú. Yo no me muevo. Tú me dices, me hablas, me tocas. Me rindes un extraño culto que me hace retorcer la columna y contraer mi entrepierna. No quiero que entres en mí. Ahora no. Si lo haces, aunque sea así, en sueños, volverás a marcar ese territorio que tanto cuidé en vetar a aquellos que me pudiesen dañar.

Aún así, es injusto que te considere un mentiroso. Por ello no lo hago. Siempre dices la verdad cuando de nosotras se trata. Advirtiendo que tu cuerpo, pero sobre todo tus palabras, están cubiertas de espinas que se clavan sin pudor en el frágil cuerpo de las nínfulas. "Debes ser fuerte", dices. "Debes cubrirte de grandes vendas para que tales agujas no te penetren". Así que me quedo muda, sorda, ciega,... para seguir recibiendo ese tun tun tun incesante de tus palabras repiqueteando en todas las partes de mi cuerpo.

Juego con ventaja sobre las demás. Todavía me consideras tan pequeña e indefensa como sólo a ti te gusta. Aunque en el fondo sepas que es mentira, sobre todo cuando soy yo la que toma las decisiones y tu cuerpo, y hago lo que quiero contigo. Sólo en tu húmedo refugio la nínfula deja paso a Mardou. Lo y Lulú crecen de repente, y se aprovechan del carácter subterráneo y de las manos expertas de Mardou, aportando ojos infantiles, piel suave y frases entrecortadas que sólo ellas, en toda esta maldita ciudad, sabrán dedicarte sólamente a ti.

Pero esa corta distancia que me separa de las demás, es la que me acerca al abismo y a la locura. Me hace ser cada día un poco más Mardou. Y recuerda Humbert... Recuerda que ella no sólo vive de ácido y beats. Vive también de sed y hambre de ti. Y cuando su vesania se alimente hasta explotar, las vísceras de su cuerpo seguirán pidiéndote una y otra vez más, saliva, música y un reptil al que abrazar.

Los dos jugamos con fuego. Aunque yo me queme poco a poco.

5 comentarios:

  1. La culpa de todo la tiene nuestra manía a aferrarnos a una palabra... que no voy a decir porque sé que no te gusta.

    Normal, a nadie le acaba gustando.

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  2. Has vuelto a ponerme los pelos de punta, pequeña.

    "No eres intocable. Pero sí inalcanzable."

    Esta me la guardo.

    mua!

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  3. confieso q a veces a mi tb me gusta regodearme en mis propias quemaduras. Me encanta jugar con fuego, qué le voy a hacer!


    Que no se te olvide nunca que eres Lulú.

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  5. LLevar la furia en el interior de tus huesos...

    Saber que no existe escapatoria a ellos,
    que por mucho que lo intentes, que arranques
    la piel de tu carne, tu carne de tu piel, aún cuando el dolor te lacere hasta perder el sentido, sufriendo incluso dolor en el sueño, sin descanso noche y día, la furia quedará atrapada en el interior de tus huesos...
    Lo puedes palpar en su suiperficie pero su textura permanecerá para siempre anónima...

    Cuando explotes, miles de astillas dejarán restos en aquellos que te desean, cuando explotes y te quemes en tu vesinia, podrás con agua y ceniza volver a darte forma?

    Somos inalcanzables, y así será siempre, es el precio de ser libre...que me puedes tocar pero no volar junto a mi.

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